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Esteban Gumucio

LA LÓGICA DE LA PRESIDENTA MICHELLE BACHELET

Por Paz Escárate Cortés*

Una vez escuché que Michelle Bachelet tenía nada que ganar y todo que perder si volvía a Chile para un segundo mandato. Creo que la persona que lo dijo estaba equivocada. Para Michelle Bachelet la vida nunca ha sido en la lógica de ganar o perder. Por lo menos eso es lo que trasluce su biografía: estudió medicina, vivió la prisión en Villa Grimaldi, su padre fue asesinado, luchó por la recuperación de nuestra democracia, fue ministra y finalmente Presidenta de todos los chilenos en dos oportunidades.

El liderazgo de una mujer muchas veces se confunde con debilidad. A una mujer se le exige ser buena mamá además de buena profesional. No se le permite llorar. Se le ningunea. Se desconfía de sus capacidades. Quizás por eso es que este segundo mandato de Michelle Bachelet se le ha criticado desmedidamente. Por supuesto que no fue un gobierno perfecto ni la mandataria lo es. Pero ciertamente el país se transformó en un mejor lugar para vivir, sobre todo para los más sencillos. Su convicción respecto de los derechos sociales la hizo avanzar sin tregua hacia la gratuidad en educación, el mejoramiento de los estándares habitacionales y la protección del Estado en temas de salud, por ejemplo. Y eso en el ámbito de las políticas, porque en el ámbito de la política hizo lo que ningún hombre anteriormente se había atrevido: cambiar de manera radical la Constitución del 80. Se podrá cuestionar el modo y el momento, pero no la convicción profundamente democrática de la Presidenta.

La imagen que permanece en mí de ella es sonriendo y saludando. No soy imparcial. Estoy orgullosa del camino que abrió para otras mujeres en Chile y que la hizo relucir en el mundo. No por nada su círculo más cercano está compuesto por mujeres que son profesionales y madres excepcionales, como Haydée Rojas y Ana Lya Uriarte. “Amo a la gente, sobre todo a los más sencillos”, dijo la Presidenta en su reciente entrevista en el programa de televisión Las caras de La Moneda. Y yo le creo. Le creo cuando se emociona recordando historias, dolores y alegrías de chilenos reales y concretos. Le creo cuando dice que las cosas le importan y la conmueven. Porque si no fuera por su amor por Chile hubiese aceptado dejar atrás cargos internacionales, popularidad ganada y fama consolidada. Michelle Bachelet no tiene nada que ganar ni nada que demostrar a nadie. Su lógica no es de apariencias. Los años y la distancia mostrarán la estatura de su gobierno. Chile hoy es más justo que cuatro años atrás.

* Paz Escárate Cortés es Periodista de la Universidad Diego Portales. Magister en Comunicación política de la Universidad de Chile. Diplomada en Comunicación corporativa en la Universidad Católica. Editó por más de 10 años el periódico Encuentro del Arzobispado de Santiago.

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