*Por Marcos Azzi
Fue cuando se callaron las iglesiasfue cuando el fútbol se lo comió todoque los padres palotinos y Angelellidejaron su sangre en el lodoTodo está escondido en la memoriaRefugio de la vida y de la historiaLeón Gieco (La Memoria)
A 40 años del último golpe de Estado cívico militar surgen algunas reflexiones y una invitación a pensar. En principio celebrar el contenido de las palabras y cómo esta situación para los/as que queremos un camino de Memoria, Verdad y Justicia, es sanador. En la historia reciente argentina el modo de denominar a este periodo histórico fue mutando. Aún queda en el relato oral de nuestros mayores el nombre del “Proceso”. Bienvenida mutación, ya que esta es la auto denominación impuesta por los propios militares como Proceso de Reorganización Nacional. Luego, durante la década del 90 en los manuales escolares figuraba como Gobierno Militar. El tinte de Gobierno da como cierta cobertura a lo que verdaderamente fue. Una Dictadura Militar.
Más reciente en el tiempo, devino en Dictadura Cívico Militar. Y en estos tiempos hay debates en torno a si además de Cívico y empresarial, también fue Eclesiástica.
Como cristiano, humanista: duele la posibilidad de esa denominación. Pero no podemos desconocer la necesidad y la obligación histórica de una autocritica. Y aún quedan cuentas pendientes, que con la reciente novedad de la desclasificación de archivos por parte de la Iglesia y el Vaticano comiencen a saldarse.
La historia da cuenta de que ha sido la jerarquía eclesiástica la que ha dado sustento a la propia Dictadura. En una entrevista realizada al represor Videla cuando estaba preso en la provincia de Córdoba en 2010 dice textual “La desaparición de personas fue una cosa lamentable en esta guerra. En mi vida lo he hablado con muchas personas, con Primatesta, muchas veces. Con la Conferencia Episcopal Argentina, no a pleno, sino con algunos obispos. Con ellos hemos tenido muchas charlas. Con el nuncio apostólico Pío Laghi (..) nos asesoraron sobre la forma de manejarla. En algunos casos, la Iglesia ofreció sus buenos oficios, y frente a familiares que se tenía la certeza de que no harían un uso político de la información, se les dijo que no busquen más a su hijo porque estaba muerto (…) Eso lo comprendió bien la Iglesia y también asumió los riesgos”
La cúpula sabia de los crímenes.
Otro caso emblemático es el de Christian Von Wernich que en el año 2007 condenado a reclusión perpetua por delitos de lesa humanidad durante la última dictadura. El tribunal considero que el sacerdote fue culpable de 34 casos de privación ilegal de la libertad, 31 casos de tortura y 7 homicidios calificados. Insisto, la cúpula sabia de los crímenes.
Y aquí surge una paradójica situación de la conducta de la Iglesia Católica Argentina, ya que dicha institución cuenta con más desaparecidos y asesinatos que el resto de los episcopados de las Iglesias en América Latina. Este dato no es menor.
En la lista de las victimas cristianas de la represión en Argentina figuran dos Obispos, él de La Rioja, Enrique Angelleli y Carlos Horacio Ponce de León, Obispo de San Nicolas (en ambos casos simulando un accidente automovilístico). Una veintena de sacerdotes asesinados (algunos de ellos antes de 1976). Cientos de laicos consagrados y jóvenes de la JEC (Juventud Estudiantil Católica), JOC (Juventud Obrera Católica) y la JUC (Juventud Universitaria Católica). Estas son las victimas cristianas de la represión cuyos rostros y acciones son el rostro y la acción verdadera de Jesús.
A 40 años de la última Dictadura Cívico Eclesiástica Militar y con la necesidad de sostener lo conquistado en materia de Derechos Humanos en Argentina en estos últimos 12 años, con la obligación de una autocritica por parte de la Iglesia Católica Argentina, por los secuestrados y desaparecidos católicos que desarrollaban su tarea cristiana.
Por los 30 mil desaparecidos y desaparecidas. Por la Memoria, la Verdad y la Justicia.
*Marcos Azzi es Licenciado en Ciencias Políticas de la UBA, actualmente es profesor de Historia y Ciencias Políticas de la Escuela Parroquial San José en Libertad (Merlo), Buenos Aires.
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